sábado, marzo 11, 2006

Syriana

Ser participe del ritual del cine pre-pago todos los sábados con mi viejo es ya una costumbre mecanizada. Puedo hacer todo el recorrido sin pestañar y sabiendo que es lo que va a pasar en los próximos 5 minutos.
Comprar, consumir unos cuantos mal llamados alimentos me hace sentir mejor, a veces; hoy por ejemplo.
La película se asemejaba a una trama que se ve muy de cerca al comienzo y a medida que el tiempo transcurre uno se va alejando, hasta que al final se logra ver todo el patrón. A menos que yo haya sido demasiado estúpido/pidizado las historias que se sucedian en paralelo fueron innecesariamente entrelazadas para dar una complejidad digna de falsas críticas al filme. Admito, no obstante, el panorama final, y me parece crudamente hermoso, como un animal recién parido.

Siempre me sorprendió como la gente se retira de la sala de proyección... Como si asistiece a un espectaculo más, como si desconfiacen de que el dinero que resbala de sus bolsillos sirviece para algo más que entretenerlos y mantenerlos.
No se dan un momento siquiera para terminar de sentir la historia, y los comentarios afloran durante e inmediatamente después de la película. Detalles técnicos sin importancia, metatramas inútiles, sentimientos no-públicos.
Pasa como una droga más que los alucina por 2 horas como mínimo, y se desvanece.

También están los que como yo, se pasan criticando otra clase de proyecciones, innecesariamente, inútilmente. Superego.