jueves, julio 14, 2005

Bitácora de esperanzas.

Día 4

Es feo…, no, no lo es. Es solo una historia.
A veces siento que toco fondo. ¿Sabés?, como cuando ya nada importa, nada te preocupa. Ya no pensás, ya no sentís. Solo hacés lo que se supone que hagas, aunque tampoco hay mucho que hacer. Te convertís en una máquina, pero sin un operador, y por lo tanto, sin propósito.
El sin sentido es el sabor del fondo, y es tan amargo y seco, que ni las lágrimas quieren recorrerlo. Prefieren ahogarse en el corazón antes de existir.
Pero…, ¿por qué?, ¿por qué razón cósmica, conjunción de imposibilidades, la esperanza renace en una tierra así?. ¿Qué es la esperanza?
Creía yo que se encontraba en las píldoras de Pink Floyd, las cápsulas de Pendragon o la inyección de Sui Generis. Creía yo que el arte era una droga, un estupefaciente vidrioso de los sentidos, alucinando al espíritu con escenas, trazos y colores. Las notas esas…, no merecían un fin tan bajo, tan indigno. Después de todo, el arte no me elevó nunca a alturas nuevas, sino que lo rebajé siempre a mi nivel, y así me vicié.
Caminé casi dos horas sin un rumbo, dejé en el camino la oscuridad. Heme aquí.
Fue un día espantoso, no obstante, me siento estupendo.